Los periodos electorales; así como, los periodos partidarios internos no deben estar inmersos en el mero tradicionalismo sino su presencia en las contiendas quedara rezagada, más aún, con la valla electoral de por medio -en calidad de termómetro de la representatividad- exige un cambio o regeneración política, en tiempos en que las opiniones y/o preferencias están cambiantes. Hay que tener en cuenta que la irrupción de una cultura política en base a una praxis comunitaria, colaborativa y participativa; cuya base está direccionada por la tecnología dará vitalidad a un Partido Político. El tradicionalismo partidario tiende a ensimismarse en su autoridad jerarquica organizativa, obviando el mérito de las ideas y el liderazgo hacia una visión en términos de conocimiento y capacidad personal. Si hubiese un descuido, el talento puede estar siendo persuadido(a) para ser incorporado (a) a otra organización política que si cuenta con la capacidad del descubrimiento del mismo, quizá un período mas se ponga en jaque su axioma organizativo debido a ello. Un reconocimiento interno de las actividades e interrelación personal del equipo es de suma importancia para evitar los celos y desarticulación de los mismos conllevan a una distracción del objetivo; se debe evitar estar ajeno a ello. El partido en orden territorial está condenado a ser rebasado, puesto que, las distancias físicas son un talante para no descentralizarse y se condena a la Organización Partidaria a permanecer en candidaturas distritales o regionales mas no presidenciales. Esto sin considerar la poderosa arma de comunicación que son las redes sociales, tiene un volumen de actividad superable muchas veces a la presencia física del candidato. La preponderancia de la Red le da a un partido un activismo no visto en épocas pasadas, la gente masivamente conectada está adquiriendo un activismo virtual; por lo que estamos viendo que penetra y revitaliza la estructura e institucionalidad de un determinado partido; en tanto, haya un manejo profesional de los contenidos. La verticalidad organizativa de los Partidos Tradicionales está siendo debilitada en estos tiempos y los nuevos códigos relacionales otorgan una configuración delicadamente persuasiva al activismo.
Entre la autoridad y la jerarquía, la primera encuentra un factor de identificación en las redes, lo que se innove en su contenido tendrá repercusión en los medios de comunicación convencionales. En tanto, sabemos que la viralidad se presenta como una cotidiana referencia actual, teniendo en cuenta que se convive con la cultura de la imagen.
Los periodos electorales; así como, los periodos partidarios internos no deben estar inmersos en el mero tradicionalismo sino su presencia en las contiendas quedara rezagada, más aún, con la valla electoral de por medio -en calidad de termómetro de la representatividad- exige un cambio o regeneración política, en tiempos en que las opiniones y/o preferencias están cambiantes. Hay que tener en cuenta que la irrupción de una cultura política en base a una praxis comunitaria, colaborativa y participativa; cuya base está direccionada por la tecnología dará vitalidad a un Partido Político.
ResponderEliminarEl tradicionalismo partidario tiende a ensimismarse en su autoridad jerarquica organizativa, obviando el mérito de las ideas y el liderazgo hacia una visión en términos de conocimiento y capacidad personal. Si hubiese un descuido, el talento puede estar siendo persuadido(a) para ser incorporado (a) a otra organización política que si cuenta con la capacidad del descubrimiento del mismo, quizá un período mas se ponga en jaque su axioma organizativo debido a ello. Un reconocimiento interno de las actividades e interrelación personal del equipo es de suma importancia para evitar los celos y desarticulación de los mismos conllevan a una distracción del objetivo; se debe evitar estar ajeno a ello.
El partido en orden territorial está condenado a ser rebasado, puesto que, las distancias físicas son un talante para no descentralizarse y se condena a la Organización Partidaria a permanecer en candidaturas distritales o regionales mas no presidenciales. Esto sin considerar la poderosa arma de comunicación que son las redes sociales, tiene un volumen de actividad superable muchas veces a la presencia física del candidato. La preponderancia de la Red le da a un partido un activismo no visto en épocas pasadas, la gente masivamente conectada está adquiriendo un activismo virtual; por lo que estamos viendo que penetra y revitaliza la estructura e institucionalidad de un determinado partido; en tanto, haya un manejo profesional de los contenidos. La verticalidad organizativa de los Partidos Tradicionales está siendo debilitada en estos tiempos y los nuevos códigos relacionales otorgan una configuración delicadamente persuasiva al activismo.
Entre la autoridad y la jerarquía, la primera encuentra un factor de identificación en las redes, lo que se innove en su contenido tendrá repercusión en los medios de comunicación convencionales. En tanto, sabemos que la viralidad se presenta como una cotidiana referencia actual, teniendo en cuenta que se convive con la cultura de la imagen.