Ya hemos hablado en alguna ocasión de la importancia de ofrecer discursos centrados en una única idea estrella. El objetivo de este consejo es que el auditorio, cuando salga del salón de actos y llegue a su casa, tenga claro qué mensaje querías transmitir. Pero no nos conformamos con esto, además, necesitamos que recuerde la idea central con el paso de los días y de las semanas. Esto no se logra solo, como también hemos comentado en anteriores artículos, con la razón, las emociones son indispensables para levantar el edificio de la intervención. Lo que se siente, permanece más en el tiempo que lo que se sabe o se cree saber. Para bien o para mal, hay que recurrir al discurso emocional en nuestras intervenciones.
Hoy, os lanzo algunas recomendaciones para que vuestra idea central cale en el público. Estos ítems los encontraréis más desarrollados en el libro 'El poder de la palabra' (Adolfo Lucas, 2008).
- Lanza pocas ideas, que sean concretas (repítelas).
- Emplea ejemplos y anécdotas.
- Transmite la importancia del tema del discurso. El público debe sentir tu energía y entusiasmo.
- Controla al público con la mirada.
- No des nada por sabido.
- Prepara con especial esmero el principio y el final de la intervención. Son los dos momentos en los que el público está más atento y que mejor recuerda.
- No apeles solo a la razón, toca también las emociones, las sensaciones perduran más en el tiempo.
En la nube de tags del blog, en la pestaña de oratoria, hay más consejos destinados a fortalecer vuestra idea central y a garantizar la perdurabilidad de los mensajes. Mi insistencia en este tema no es baladí, y es que, de poco sirve que pronunciemos un discurso si no deja huella en el auditorio.
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