miércoles, 11 de agosto de 2010

Entrevista con Antoni Gutiérrez-Rubí, asesor de comunicación


Sobre el Gobierno: "La precipitación ha sido uno de sus fallos de comunicación"


Sobre el PP: "Ejerce la oposición de una manera inflexible"


Sobre los medios: "La gran politización existente hace mella en la valoración que la ciudadanía tiene de ellos y de los periodistas"



Juan Diego Sánchez. El mes de agosto me ha regalado una entrevista con mucha enjundia que quiero compartir con vosotros. Hoy, 'interrogo' a un asesor de comunicación con una perspectiva muy enganchada a la avalancha de novedades que el desarrollo tecnológico ofrece a la comunicación pública, social y política. Conocemos las reflexiones de Antoni Gutiérrez-Rubí sobre asuntos de enorme actualidad e importancia como las oportunidades comunicativas que nos ofrece la Red, los problemas de comunicación del Gobierno de Zapatero, las deficiencias de la labor de oposición del Partido Popular o la desafección ciudadana hacia la política. También hablamos de la Comunicación Política Cívica, expresión que empleo en el blog para definir la nueva forma de comunicar que necesitan los políticos, pero también los ciudadanos y la democracia. Antoni es asesor de comunicación, profesor de másteres y cursos de comunicación política, escritor, conferenciante... bueno... la verdad es que su currículum es demasiado largo como para detallarlo aquí. Conclusión: visita su web y lee esta entrevista.



Juan Diego: ¿Vive nuestro país en una campaña electoral permanente?

Antoni: Sí. Los procesos electorales han cambiado los últimos años debido a las nuevas tecnologías y al seguimiento político en televisión. No solo se lanzan mensajes durante el período de campaña electoral, sino que los mensajes son continuos, desde el día siguiente a las elecciones y hasta las siguientes.


JD.: ¿Está contaminado el discurso político por los principios del lenguaje publicitario (espectacularidad, fugacidad y vacuidad)?

A.: No del todo. Hay políticos que miden su mensaje teniendo en cuenta el público al que va dirigido y hay otros que buscan más la espectacularidad de su discurso, emitiendo mensajes que llaman la atención. En general, el discurso no es demasiado espectacular, sino más bien contenidos políticos no “contaminados” por el marketing. Tal vez eso hace que los discursos y los mensajes no lleguen tanto a la gente, ya que a menudo son demasiado técnicos o con demasiada “paja”, lo que los hace aburridos.


JD.: ¿Hablan los políticos de los temas que realmente preocupan a los ciudadanos?

A.: Suelen hablar de lo que les interesa a ellos y de lo que en ese momento es actual. Eso hace que a veces sean los temas que realmente preocupan a la ciudadanía y otras veces no sea así.


Además, los temas que preocupan a la ciudadanía suelen ser siempre los mismos durante un período de tiempo (desempleo, problemas económicos, la clase política (en tercer lugar, según la última encuesta del CIS, inmigración…). No pueden hablar siempre de lo mismo.


JD.: ¿Echa de menos más sentimiento o emoción en los discursos de los políticos españoles?

A.: James Baldwin, escritor afroamericano y uno de los más conocidos precursores del movimiento de derechos civiles, afirmaba: “Escribimos para cambiar el mundo (…). El mundo cambia en función de cómo lo ven las personas y si logramos alterar, aunque sólo sea un milímetro, la manera como miran la realidad, entonces podemos cambiarlo”. Sin embargo, la mayoría de nuestros políticos no leen sus discursos con ese sentimiento, sino con la idea de que lo que dicen saldrá mañana en la prensa, y pensando como dictar mejor esos discursos para que sean publicados en los medios de comunicación. En este sentido, quizá influye la demanda actual de los medios de comunicación en cuanto a la necesidad de frases más cortas, de inmediatez.


La oratoria de nuestros políticos no consigue normalmente llegar a nuestras emociones. Las palabras clave generan imágenes, consolidan marcos conceptuales previos y son la antesala de las emociones. Las emociones son la comprensión. Emocionarse y emocionar. Ésta es la clave. Emocionarse por el cambio social, por las nuevas ideas y por los retos.


JD.: A veces, los ministros se contradicen entre sí y, en otras ocasiones, el Ejecutivo anuncia públicamente medidas que finalmente retira o cambia sustancialmente. ¿Arrastra el Gobierno de Zapatero un problema de comunicación?

A.: En política, cuando hay errores en la gestión de la información, casi siempre hay un trasfondo de inadecuada, inexistente o ignorada estrategia de comunicación pública y política. Una información de calidad sobre los asuntos y servicios públicos es un síntoma de buen gobierno, sí; y también, de buena política.


Hacer política sin comunicación es el atajo más directo al desastre. Pero lo que es inexcusable, y un derecho ciudadano, es el rigor, la sobriedad y la ejecución eficiente de la información de la gestión pública.


La precipitación ha sido uno de los fallos de comunicación del gobierno Zapatero. Es la consecuencia lógica –y letal- de la falta de planificación. Se confunde celeridad con eficacia. Aceleración con rapidez. El resultado es que las acciones precipitadas, desconectadas y aisladas, inician procesos que no están maduros organizativamente. La precipitación desborda los recursos logísticos y técnicos por falta de capacidad de respuesta adecuada a la nueva demanda estimulada. Y el desencuentro entre el servicio público y la ciudadanía se lleva por delante la paciencia, primero; y la credibilidad, después.


JD.: ¿Y cómo lo está haciendo el Partido Popular?

A.: El Partido Popular ejerce de oposición, y lo hace de manera inflexible. Con el liderazgo de Mariano Rajoy, sus silencios, sus dudas, sus vacilaciones, sus cálculos, sus imprecisiones en la gestión interna de las innumerables crisis y convulsiones de la vida de su partido, han acentuado una percepción pública de líder pusilánime y con falta de coraje o determinación. A la impresión de que muchas veces no ha podido actuar con la energía y la libertad necesarias se ha sumado la creciente sensación de que tampoco sabía qué hacer o qué decir. Para compensarlo, quizás, ha gesticulado en exceso su crítica opositora, haciendo una política que se percibe muchas veces como excesiva, radical, invariable, inalterable… alimentando la idea de líder sin reflejos y poco moderado. Ha forzado la crítica con una actitud gestual y verbal que ha confundido, demasiadas veces, la firmeza con la brusquedad perdiendo atributos de moderación y pareciendo un líder poco atractivo, simpático y ecuánime.


Hay una sensación de que el Partido Popular, incluso con el “viento a favor” (deterioro de Zapatero, gravísima crisis económica, desgaste del poder…), no es capaz de aprovechar la situación para consolidar sus opciones y su liderazgo genera una sombra de duda sobre sus posibilidades y sus aptitudes.


JD.: ¿Qué opina del eterno enfoque conflictivo de la realidad que mantienen los medios de comunicación?

A.: Cada vez más, los medios de comunicación son más medios y menos comunicación. La gran politización existente hace mella en la valoración que la ciudadanía tiene de los medios y de los periodistas, y ese es el gran peligro existente para ellos. La ideologización constante no es algo nuevo, pero sí es algo que cada vez se radicaliza más.


La finalidad de la propaganda no es tanto la de informar sino la de hacer un uso sistemático de símbolos y palabras con la intención de alterar y controlar las opiniones públicas. Esta oferta comunicativa sólo suministra a sus espectadores, oyentes o lectores lo que quieren escuchar, redoblando las dosis de adoctrinamiento que generan dependencia emocional, al tiempo que construye una comunidad de pensamiento uniforme y exalta los sentimientos. El objetivo de la comunicación es, entonces, exaltar esas emociones para radicalizarlas en forma de pasiones. Pero ese no debería ser el objetivo prioritario de la comunicación.


JD.: ¿Participan activamente los ciudadanos en el proceso de comunicación política?

A.: Las nuevas tecnologías permiten que la ciudadanía pueda participar en la política y en la comunicación política desde sus casas y desde sus ordenadores. Blogs, redes sociales… permiten que cualquiera pueda ser un emisor de información. Los emisores ya no son solo los medios. Y permiten, además, el activismo político sin necesidad de ser militantes de un partido o tener que ir a reuniones físicas. Cualquiera puede ser un activista y difundir información política a sus contactos.

Sin embargo, no todos queremos participar en política, ni todos tenemos el mismo grado de implicación con una ideología determinada. La desafección política también hace daño a la ciudadanía que quiere dar a conocer sus mensajes.


JD.: ¿Qué ofrece Internet a la comunicación política?

A.: Hace diez años Google no existía. Hace ocho años no había blogs. Hace siete años no se enviaban SMS. Hace cinco años no existía Facebook ni Youtube. Hace dos años no sabíamos lo que era Twitter. Estamos tal vez en los diez años donde la sociedad y su adaptación a los cambios ha sido la más rápida de la historia.


En comunicación política también han llegado esos cambios. No se puede concebir una campaña electoral sin Internet, pero no hablamos de una página web, que ya se da por supuesta, sino de toda una estrategia de comunicación a través de la red, interactuando con los militantes, los simpatizantes y los potenciales votantes, y aprovechando la inmediatez y la infinidad de herramientas gratuitas existentes para organizarse, a través de la red, para realizar actividades presenciales.


Se trata de una comunicación que cada vez es menos un mensaje de un solo emisor (el político) sino que se convierte en un diálogo constante durante la campaña y durante todo el tiempo que dura la legislatura. Nos encontramos en una campaña permanente que tiene lugar online, con múltiples emisores y receptores de información, y donde para hacer política no es necesario pertenecer a ningún partido. La posibilidad de diálogo es lo que Internet permite a la comunicación política: Según una encuesta de 'Congressionnal Management Fondation', el “agrado” hacia un político aumenta cerca de un 20% después de hablar con él online.


JD.: Hace décadas se acuñó la expresión ‘Periodismo Cívico’, ¿podríamos hablar ahora de la necesidad de levantar los pilares de una ‘Comunicación Política Cívica’?

A.: Es necesaria esa comunicación política cívica, para restaurar la buena información y la participación de los ciudadanos en política. La desafección está haciendo mella en la población, que además no siente a los medios como informadores “imparciales”. Además, la sociedad actual no es como la de hace unas décadas. En la actualidad la gente no quiere ir a las sedes de los partidos ni quiere recibir argumentarios inamovibles y sin ningún diálogo. La vida móvil, la alergia orgánica de las fuerzas políticas a flexibilizar la vida del militante a formatos y prácticas digitales, asíncronas y más flexibles; así como el rigor formal de muchas reuniones, su previsibilidad y la constatación de que “todo el pescado ya está vendido” está alejando a propios y, más que nunca, a extraños. La sede se ha convertido en el símbolo de una política demasiado rígida y orgánica para una vida y una demanda más flexible y transversal. La gente se mueve a través de la red, y es a través de las redes como quieren encontrar a los partidos políticos y tener contacto con ellos. Se pasa de las sedes a las redes, y es un cambio importantísimo a la hora de entender la nueva política y la nueva sociedad.

4 comentarios:

  1. Es muy interesante la entrevista, yo también creo en las posibilidades de las nuevas tecnologías para la política y los ciudadanos. Francisco.

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  2. Gracias Francisco por seguirnos, la Red ofrece mil oportunidades pero hay que saber aprovecharlas.

    Gracias.

    Juan Diego.

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  3. Gracias por esta enriquecedora entrevista. Muy interesante.

    Un saludo

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  4. Gracias por leernos, Carlos. Todos hacéis el blog.

    Saludos.

    Juan Diego.

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