Juan Diego Sánchez. Es de trato muy amable y cuando hablas con él se nota que sabe lo que quiere y que conoce muy bien el terreno que pisa. Es Yago de Marta, un joven consultor y entrenador en oratoria y comunicación personal persuasiva. Entrena a directivos y portavoces y prepara a candidatos políticos en España e Iberoamérica. Desde hace más de diez años imparte sus conferencias, seminarios y entrenamientos en: España, México, Chile, Puerto Rico, Nicaragua, Panamá, Honduras, El Salvador, Bolivia y Colombia. Además, fue campeón de debate en España en 2005 y subcampeón en 2004. En esos dos mismos años, fue subcampeón en los Mundiales de Debate en Español y en 2010 se proclamó campeón de MOOT. Hoy, hablamos con él de su trabajo y de los entresijos de la oratoria. Su labor consiste en que su cliente sea ‘comprensible, creíble y memorable’, que transmita siempre lo que quiera, como lo quiera transmitir y provocando las sensaciones que desee.
Juan Diego: ¿Cómo es un día de trabajo de Yago de Marta?
Yago de Marta: Hay dos tipos de días: los de entrenamiento y los de laboratorio. En los primeros, trabajo junto a políticos y empresarios entrenándoles para mejorar su comunicación. En los segundos, pruebo técnicas (nuevas o viejas), reviso vídeos, escribo artículos y leo libros nuevos sobre la materia.
Juan Diego: ¿Cuáles son las principales carencias que detectas normalmente en políticos y empresarios?
Yago de Marta: El problema fundamental a la hora de comunicar cuando se está en puestos de relevancia es el ego. Éste es el mayor lastre. Por un lado, impide conectar con el público, por otro, distorsiona la percepción que el orador tiene del contexto. Y lo más importante es que le impide aprender o mejorar por sí mismo, dado que desconoce cuál es el punto de partida de su modelo comunicativo.
Juan Diego: Algunas reglas de oro que no deben olvidar los oradores.
Yago de Marta: Lo que siempre debemos tener claro es: Quién soy, cuál es mi mensaje y que el público es lo más importante. El primero de los puntos, aunque obvio, es de los más escasos, pocos se paran a reflexionar sobre ello. El mensaje, que está muy asentado en el ámbito político, no lo está tanto en la empresa o la vida diaria. Y en cuanto al público, todavía hay oradores que creen que hablar ante público es algo importante cuando lo que lo hace importante es precisamente ese público que escucha.
Juan Diego: Un par de oradores españoles que te gusten.
Yago de Marta: Los mejores oradores no están dirigiendo un país o una empresa. Ahora mismo hay una madre que está calmando a su hijo contándole un cuento, una señora que vende pan y que hace que salgas feliz de su tienda. Ahora mismo, hay un chico leyendo una carta de amor a su novia mientras lucha por no ponerse nervioso. Esos son los grandes oradores aunque no hablemos de ellos, los que luchan contra los nervios, los que tienen la obligación de convencer porque de ello dependen sus vidas. De la gente de a pie aprendemos mucho más que encendiendo la televisión y analizando intervenciones (que también lo recomiendo, por cierto).
Juan Diego: ¿Ha sido Obama víctima de su extraordinaria oratoria? Parece que los ciudadanos creyeron que saldrían de la crisis muy rápido y al no ser así se lo han hecho pagar en las urnas.
Yago de Marta: En todo caso, una comunicación poderosa, una oratoria brillante, siempre es una herramienta positiva. Pero es eso, una herramienta. Si yo te cuento algo y no lo entiendes, la culpa es mía, nunca tuya. Yo tengo la obligación de definir bien mi historia, mi mensaje. Si soy claro me entenderás. Lo que comentas puede ser debido al mensaje, la estrategia o al contexto. La oratoria sólo es una herramienta, la más potente de todas.
Juan Diego: Hay personas que desconfían de la oratoria porque la asocian a la manipulación, ¿qué piensas sobre ello?
Yago de Marta: La única diferencia entre la persuasión y el otro concepto es la intención. Ésa es la única diferencia. Como comentamos, la oratoria es una herramienta preciosa que sirve para que podamos transmitir mejor a los demás quiénes somos. El uso ético de la misma está vinculado con la personalidad del orador. En todo caso, si tenemos como referencia fundamental a nuestro público, si tenemos un interés sincero, el discurso por fuerza será honesto y beneficioso para nuestro entorno.
Juan Diego: ¿Qué papel juegan las emociones en los discursos?Yago de Marta: La cuestión no es la que planteas sino las emociones en el orador. Cuando las emociones no están presentes en el político o el directivo, su comunicación no es creíble. Es débil. Eso es algo que merece la pena tener en cuenta. La emoción no es un fin en sí mismo sino un elemento constitutivo de lo humano, una forma de ser más reales, de aumentar nuestra credibilidad, nuestra permanencia en la mente de quien nos escucha. La emoción es un atributo de la personalidad, y de allí pasa a las palabras. Hacerlo al revés es un fracaso seguro.
Juan Diego: ¿Por qué se celebran tantos concursos de oratoria competitiva en América y tan pocos en España?
Yago de Marta: Si lo que me quieres decir es que la trayectoria anglosajona en la oratoria es más conocida que la de España, es verdad, se conoce más. La realidad es que, de unos años a esta parte, hay numerosas universidades españolas que organizan torneos. Por ejemplo, para el próximo marzo la Universidad de Salamanca tiene programado un Torneo Internacional de Debate. También hay empresas que organizan campeonatos donde la oratoria es importante como Torneo Pasarela. Hay sociedades de debate muy activas como las de la Cardenal Herrera CEU o la Carlos III, o experiencias como las de Santiago de Compostela. Lo que sucede es que en América la tradición anglosajona es más palpable, y existe más impulso. No obstante, centramos la atención en los torneos de debate u oratoria y está bien pero es insuficiente y limitado. Esto es importante: hay que apostar por torneos de negociación, venta, juicios orales, arbitraje, presentación de proyectos…
Juan Diego: ¿Alguna película que te guste y que refleje aspectos interesantes de la oratoria o del discurso político?
Yago de Marta: Encuentro lecciones sobre oratoria en los lugares más dispares, sobre todo, porque allí donde hay una persona hay oratoria. Se aprende viendo desde los programas de entrenamiento de perros, hasta en películas como ‘Doce hombres sin piedad’, ‘Atrápame si puedes’, ‘Matar a un ruiseñor’, en libros como ‘Juan Salvador Gaviota’ o yendo al mercado y observando las formas de vender... Pero recuerdo que en el colegio proyectaron la película de Julio César y explicaron desde la perspectiva de la oratoria y la argumentación el enfrentamiento dialéctico de la misma. Algo se quedó grabado en mi memoria: El que habla último lleva ventaja.
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