ETA, la banda de asesinos que ha quitado la vida en las últimas cuatro décadas a 900 inocentes y que ha lastrado para siempre la de otros muchos, ha anunciado que pone fin a su "lucha armada". Mejor esto que nada, ¿verdad? Sin embargo, los encapuchados que han hecho oficial este anuncio no han mostrado el menor signo de arrepentimiento. Es más, han puesto el listón reivindicativo muy alto y dudo mucho que consigan lo que buscan.
Los voceros de los asesinos hablan de "conflicto", "represión", "violencia", "reconocimiento de Euskal Herria", "respeto a la voluntad popular", "solución justa y democrática", "confrontación armada", etc. Son palabras y expresiones que no se salen del guión hermético, inflexible e injusto de siempre. ETA no se acuerda de las víctimas pero sí de sus 'pobres' delincuentes encarcelados y exige a los españoles unas concesiones inasumibles.
Si lo que quieren es una "salida justa y democrática", más de uno debería ir al banquillo. Lo de reconocer Euskal Herria no sé en qué parte de nuestra Constitución se permite y que los españoles sepamos, aquí no ha habido ninguna confrontación sino terrorismo.
Vemos que el lenguaje no es inocente y que tiene una profunda carga ideológica muy difícil de digerir por los que no estamos dispuestos a ceder al chantaje. Lo que deben anunciar es la disolución y pedir perdón por tanto daño causado a miles de inocentes.
Si este bombazo informativo influirá o no en el resultado electoral no está claro, pero sí que cambiará la agenda de temas de la campaña. Al PSOE, esto no le ha venido nada mal, a no ser que sus tensiones internas hagan ver, de nuevo, los frágiles equilibrios que mantienen las diferentes sensibilidades de este partido tan fraccionado ideológicamente. El PP mantendrá como una prioridad de su agenda la crisis, pero es de esperar que los socialistas centren sus mensajes en la nueva etapa del 'proceso de paz'. La agenda de los medios está por ver... tiempo al tiempo.
A pesar de todo, mantengo la esperanza de que todo acabe bien y ETA desaparezca. Los demócratas no debemos perder el norte y tener claro que estamos ante una negociación y no ante una rendición. Ojalá, consigamos el equilibrio que nos permita acabar con esta pesadilla sin perder la dignidad.
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