miércoles, 21 de noviembre de 2012

Entrevista con Santiago Martínez, consultor político y profesor de oratoria

Santiago Martínez.
"A todas horas, buscamos persuadir a los demás"

Juan Diego Sánchez. Siempre es un placer hablar de oratoria, sobre todo, cuando lo hago con formadores con horas y horas de experiencia. Es el caso de Santiago Martínez, un consultor político y profesor de oratoria profesional y jurídica con las ideas muy claras. Hoy, converso con él sobre comunicación política, persuasión, manipulación, discursos y grandes oradores. Os invito a conocer su blog y su forma de trabajar.

Juan Diego: ¿Qué es ser un buen orador?
Santiago Martínez: Aquella persona que como decía Albert Einstein, logra explicarle cualquier cosa a su abuela, y además convencerla. Un buen orador es aquel que es capaz de pulsar en las teclas adecuadas de su audiencia, dándoles lo que necesitan, diciéndoles lo que ansían oír, y logrando ser creíble, convincente.
JD.: ¿Cómo diferenciamos la persuasión de la manipulación?
SM.: Entre ambos conceptos, hay una delgada línea roja, que viene marcada por la finalidad de cada uno, la persuasión es algo que constantemente realizamos en el día a día, a todas horas, buscamos persuadir a los demás sobre nuestra visión de las cosas, en la familia, en el trabajo, en las relaciones de pareja, siempre intentamos imponer nuestros criterios, puesto que creemos que son los mejores, tal vez porque son los nuestros. Y ello no es malo, es lógico que así lo hagamos. Es más, internamente también nos auto persuadimos para lograr hacer aquello que nos proponemos. La persuasión logra, por tanto, cambiar las ideas, o actitudes de los demás acercándolas a las nuestras. Muchas veces lo hacemos de modo inconsciente, y otras de un modo más elaborado, destacando solo aquello que nos interesa, o sabiendo presentar las ventajas y minimizar los inconvenientes de una propuesta.
La manipulación, en cambio, ha venido teniendo una connotación peyorativa que no comparto. Me explico, un alfarero puede manipular el barro para hacer una obra de arte, es por tanto, un manipulador porque sabe aprovechar un estado de materia y darle una forma con la que esa materia gana atractivo, utilidad. Esto lo hacen los buenos oradores, comunicadores, incluso nosotros diariamente, le damos forma a nuestras ideas, a través del lenguaje, de la palabra. Pero como decía, la connotación negativa del término manipulación viene dado cuando el uso y la finalidad de un mensaje es negativo, es decir, cuando los medios usados, o el fin buscado, son cuestionables. El uso de información de modo selectivo, la ocultación de datos, el uso de un lenguaje eminentemente emocional, demagógico u oportunista pueden ser cuestionables, porque por el camino, la verdad se ve atacada, se acaba falseando, mintiendo.
JD.: ¿Qué tres ideas clave daría a la hora de elaborar un discurso?
SM.: Tal y como yo lo veo, un discurso es una construcción intelectual con la que se pretende poner en valor una serie de ideas que se van a transmitir a una audiencia. Existe por tanto, una finalidad, por lo que mi primer consejo sería diseñar un discurso coherente con el fin del mismo. Podemos hablar para cambiar una idea, incitar a la acción, evitar otra acción, explicar algo, etc. Debemos ser coherentes con el propósito del discurso.
Mi segundo consejo es adaptarnos a nuestra audiencia, conocerla y saber integrarnos con ella, ser uno más de la tribu para resultar ser más creíbles y, sobre todo, conocer sus necesidades, para poder saciarlas y que finalmente se marche satisfecha. Es importante que una audiencia considere que su tiempo ha merecido la pena.
En tercer lugar, les recomiendo que el contenido obedezca a lo que los angloparlantes llaman KISS, ‘Keep It Short’, Simple. Ya lo dice el refrán, lo bueno, si breve, dos veces bueno. En nuestra sociedad, el tiempo es oro, y el público agradece los discursos que dicen mucho en el tiempo preciso. Es un error habitual, pensar que cuanto más se habla más se dice, y lo único que se logra es aburrir al personal. Debemos ir al grano y emplear siempre que sea posible, un mensaje sencillo, directo.
JD.: Buenos oradores españoles no políticos que le gusten especialmente.

SM.: La periodista Ana Pastor era una excelente oradora en el manejo de las preguntas, lo cual es todo un arte, y ella lo domina sin lugar a dudas. También Josep Guardiola era un gran comunicador, un claro ejemplo de comunicación KISS, sencillo, directo con cierta falsa modestia que le evitaba entrar en problemas mayores y con cierto dominio del escenario y de la retórica en las respuestas a los periodistas. También me gusta mucho el analista financiero José Carlos Díez, porque logra hacer comprensible una materia tan compleja como la economía, y tal y como decía Einstein, seguro que su abuela le entendía.
JD.: Un discurso para enmarcar.

SM.: A los ya conocidos de Steve Jobs en la Universidad de Stanford como paradigma del Storytelling, yo añadiría el de Salvador Allende en la Universidad de México por su dominio del lenguaje emocional, y el de una niña, Victoria Grant en el Banco central de Canadá, por ser un claro ejemplo de dominio de la regla del 3, y del uso de las preguntas retóricas
JD.: ¿Qué aconsejaría a aquellos que se quieran dedicar a impartir formación en materia de oratoria?
SM.: Pues que primero ellos sean un buen ejemplo de cómo hablar en público, muchas veces me he llevado las manos a la cabeza al ver a formadores que eran un claro ejemplo de lo que no se debe hacer. Segundo, que no sigan los manuales, en muchas cosas están confundidos, porque quienes lo escribieron jamás hablaron en público y solo se leen generalidades y obviedades, muchas de discutible valor. Si nunca han hablado en público, que no den clases de cómo hacerlo, porque eso se nota. Y tercero, que la clase sea lo más práctica posible.
JD.: Un buen libro sobre oratoria.
SM.: ‘Retórica’, de Aristóteles.
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Aunque la siguiente entrevista tiene ya unos meses sobre sus espaldas, la verdad es que merece la pena que la veáis, es realmente interesante. En ella, Santiago Martínez nos habla de comunicación política en estado puro.


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