lunes, 18 de marzo de 2013

Entrevista con el consultor político Oswaldo Ramírez

"El triunfo de Capriles 
pasa por que los ciudadanos pierdan el miedo"





Tras la muerte de Hugo Chávez, Venezuela escribe otro apasionante capítulo en su historia. El 14 de abril los venezolanos están convocados a unas nuevas elecciones presidenciales. Analizamos con Oswaldo Ramírez los entresijos de esta contienda. Aquí tenéis las claves de uno de los países más mediáticos de América. Ramírez es consultor político, director de ORC Consultores y Profesor de Opinión Pública y Comunicación Política.



JD.: ¿Qué ambiente político se respira en Venezuela tras la muerte de Chávez? 

Oswaldo Ramírez: En Venezuela, la muerte de Hugo Chávez ha mantenido al país de la misma manera que se encontraba antes de su muerte, un país dividido en tres grandes sectores (40% Pro-oficialistas, 33% Pro Alternativa Democrática y 27% No alineados), de los cuales dos de ellos se encuentran altamente polarizados.
Chávez.
El ambiente que se respira en el país ha sido interesante para analizar 14 años del paso de Hugo Chávez por el poder, primero por el largo luto (oficial) decretado por el gobierno para velar en capilla ardiente al Presidente fallecido por 10 días, en los cuales las expresiones de amor de ese sector se manifestaron, pero también dejaron entrever que el designado aún no ha marcado su sello de liderazgo en ese pueblo que sí acompañó (y aún acompaña) a Chávez; verbalizaciones como “Te apoyaré Maduro porque ese fue el deseo de mi comandante” o “Aquí estamos Maduro, no te olvides de los pobres, estaremos vigilantes”,  así como, muestras de dolor inmenso por la pérdida de un padre, un hermano, un amigo o un hijo.

Pero para el otro bloque, si bien guardaron el respeto y el luto, significó el fin de una era, la muerte de una persona que causó mucho daño al país y a partir de esto, la oportunidad de ver una Venezuela distinta. Hugo Chávez fue o un héroe o un demonio y, curiosamente, los estudios de opinión pública reflejaban días antes del anuncio de su muerte, que más del 50% del país creía que Chávez regresaría a gobernar. Primero por el anhelo propio del líder al que seguían, pero por otro lado, por el desgobierno que interpretaban estaba sucediendo en el país de mano de Nicolás Maduro, Vicepresidente al mando (aunque no encargado formalmente), quien, entre otras cosas, devaluó la moneda venezolana en 46%. 

En el fondo, el país se encuentra entre dos emociones rivales, dolor y alegría; pero ese dolor, como etapa incipiente del desconsuelo de la muerte, su siguiente sentimiento es rabia por la pérdida del ser querido. Y la rabia y el dolor movilizan, por eso el oficialismo sabe que no podía dejar pasar la elección, porque las siguientes etapas del duelo son la negociación y la resignación-aceptación; y allí la figura de Hugo Chávez no moviliza como al principio.

JD.: ¿Cree que Maduro está respetando las reglas del juego democrático?

Maduro.
OR.: Apenas la campaña está comenzando, pero lo primero, ha habido indignación en cuanto al tratamiento que le han dado al Presidente Chávez, para muchos, lo único que piden es déjenlo descansar en paz; y comienzo diciendo esto porque será evidente que la campaña de Nicolás estará en el uso de la imagen de Hugo Chávez, llevando esto a un nivel de culto, en donde el prenombrado es Dios, Semi Dios o alguna entidad divina y Nicolás es su profeta. Para que entiendan esto, citaré textualmente al ahora Presidente encargado en palabras el día de su inscripción como candidato ante el órgano electoral: “Yo logré descifrar el alma de Hugo Chávez, el hombre, logré conocerla desde adentro. Yo puedo decirles como pensaba, que quería, como sufría por su pueblo, cuáles eran sus proyectos y alegrías”. ¿Qué significa esto? La clara señal de que él no se medirá, sino que esta elección se tratará de Chávez nuevamente.

Y como se tratará de Chávez (para el oficialismo), veremos de nuevo que no habrá frontera entre Estado, Gobierno y Partido de Gobierno (PSUV), es decir, será una condición de uso total de los recursos del Estado para promover la figura de Maduro apalancada en dos cosas, la primera, que él es el hijo predilecto de Chávez (dixit) y la segunda, que hay que votar por él porque fue el último deseo del presidente fallecido.

Sobre este particular, Henrique Capriles decía (muchos dudaban que se presentara a la batalla electoral ante el abuso constante del oficialismo y lo difícil de la situación): “Imaginemos un partido de fútbol. Somos la vinotinto (selección de futbol de Venezuela) y vamos a enfrentar a otra selección. Pero en la tribuna no dejan que estén nuestros hinchas. El árbitro está a favor del otro equipo. Cuando sales a la cancha, ya estás perdiendo. Y te dicen que te quedan dos minutos. ¿Qué haces? Yo decidí jugar. Ir a la lucha. Hagamos goles y aprovechemos la única ventaja que tenemos: a pesar de que algunos medios se autocensuraron y hay periodistas temerosos de hacer su trabajo, el mundo nos está viendo. Hay un huequito por donde observa y no pierde detalle. Entonces ellos pueden querer darle un palo a la lámpara, hacer cualquier cosa, pero el costo será muy alto. Y no solo en lo interno porque las cosas tienen un límite. Nicolás (Maduro) cree puede mentir impunemente, pero las mentiras se derrotan con la verdad. Ahora, lo electoral constituye sólo una parte de la lucha”.

JD.: ¿Tiene Capriles alguna posibilidad de lograr la victoria en esta nueva contienda electoral? 

OR.: Sí, será una campaña difícil, pero no imposible. En campañas lo único que está escrito en piedra es que ¡No hay nada escrito en piedra!, y con esta frase quiero decir que sí hay posibilidades, pero que ese triunfo no depende de Capriles ni de los partidos políticos únicamente, ese triunfo depende de que cada persona que votó en el pasado por la opción de la Alternativa Democrática se apodere de la campaña, la haga suya, y se convierta en un multiplicador de los mensajes claves, pero que a la vez, pierda el miedo de hablarle a la gente (miedo que es una consecuencia de 14 años de polarización política), de decir que en los últimos 14 años eres más pobre, que se han enlutado más de 170 mil familias por la inseguridad que el gobierno promovió y no controló, que Maduro no es Chávez, y que él no lo va a revivir así voten por este, y que además, el gobierno jugó, mintió y manipuló con el cáncer del presidente. 

Hay una ventana de oportunidad, y está claro que el triunfo pasa por entender que hay que perder el miedo y convertirse en un vocero más, con las pocas o muchas herramientas que cada quién tenga, desde las redes sociales, pero las más importantes, en el cara a cara, en cada interacción desde la vida cotidiana.

JD.: ¿Qué discurso es el más apropiado para el líder antichavista?


Capriles.
OR.: Yo no hablaría de líder antichavista, porque va más allá, es un discurso de alternativa, de sueño de una mejor Venezuela, una Venezuela de todos, sin exclusiones, sin privilegios para los acólitos del gobierno, y este discurso pasa por potenciar las cosas buenas que Chávez hizo (pero que fueron insuficientes o excluyentes), que eso se mejorará, que Venezuela debe ser gobernada por los venezolanos, y no tutelada desde Cuba u otra nación extranjera. Ese discurso pasa por tocar la fibra de la gente en su cotidianidad, en sus problemas inmediatos (seguridad, alimentación, vivienda, protección social).

JD.: ¿Por qué ganaba Chávez las elecciones con tanta contundencia?
 


OR.: Primero te diría que Chávez no ganaba con tanta contundencia,  jamás ganaron una elección con más del 50% del padrón electoral registrado, por otra parte, no todos los procesos los ganó, en el año 2007 (Referendo Aprobatorio de la Reforma Constitucional) y el 2010 (Elecciones Parlamentarias), la Alternativa Democrática obtuvo más votos que el oficialismo.

Chávez ganaba las elecciones por varios factores, el primero lo nombré antes, el uso indiscriminado de los recursos del Estado puestos a la disposición del comando de campaña, es decir, no había distinción entre Estado, Gobierno y Partido. El segundo factor fue que la comunicación política desde el año 2004 (momento del Referendo Revocatorio) se apalancó en 3 ejes: a. Chávez es el Pueblo; b. Por la defensa de las Misiones (programas sociales que el gobierno creó ese año y potenció en los años subsiguientes) y c. Todo el poder es para el pueblo y “los oligarcas” te lo quieren quitar.

El tercer factor importante, es que, a través del control que generaron de las misiones, muchos empleados públicos (a través de la intimidación y el miedo) y los inscritos en el partido (que según la prensa eran 7 millones, pero que nunca se demostró si eso fue o es así), el oficialismo se hizo con un capital electoral con un piso de 5 millones de votos en los últimos cuatro años. Eso sí, en muchos momentos, como se demostró en la pasada elección del 7 de octubre de 2012, parte de ese capital político-electoral terminaba moviéndose por dádivas (en especies o metálico), la promesa de que seguirían recibiendo la ayuda social (que podía ir desde una vivienda preferencial hasta una operación médica o una beca), el voto en agradecimiento por la ayuda dada en el pasado, y el miedo a perder el empleo directo o de un familiar (el Estado venezolano es el más grande empleador formal en Venezuela).

No voy a negar, que para una parte importante, Chávez sí fue un redentor, un Robin Hood moderno, para algunos, el que verdaderamente redistribuyó la renta petrolera, para otros, una conexión emocional, más allá de todo raciocinio, y sencillamente lo apoyaban por lo que era, un hombre con un inmenso carisma, que supo manejar adecuadamente el alto grado de locus de control externo presente en la cultura política del venezolano, para en 14 años decir que nunca lo dejaron gobernar y que los problemas (muchos de ellos causados en su gobierno) no eran su responsabilidad y apenas podían comenzar a resolverlos.

La historia dirá si esa forma de creer en liderazgos mesiánicos, llegó para quedarse, no sólo en Venezuela, sino también en otras partes de América Latina, o si fue sólo una era que está por terminar, con el despertar de la ciudadanía ante los retos que impone la política y la sociedad actual.

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Entrevista con Oswaldo Ramírez.






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