¿Asamblea o circo?
Sheyla Dallmeier. |
Desde los comienzos del período iniciado por Hugo Chávez, el recientemente desaparecido hombre fuerte de Venezuela, el hostigamiento a los parlamentarios de oposición ha sido la constante, aunque hay que decir también que la escalada de violencia que se observa con la legislatura presidida por el teniente Cabello, excede con mucho lo antes vivido en el parlamento.
A las agresiones físicas a los parlamentarios de oposición, se agrega que el teniente Cabello ha dispuesto la remoción de los cargos que los diputados opositores ejercen estatutariamente en las distintas comisiones del parlamento, de conformidad con lo dispuesto en el Reglamento de Interior y de Debates, así como la suspensión del pago de la dieta que como parlamentarios les corresponde.
Lo señalado implica un grado de abuso incomprensible, si no se enmarca dentro del patrón de conducta del oficialismo venezolano. Aparentemente el régimen pretende repetir el guión de los sucesos de abril del año 2002, con provocaciones que obliguen a la oposición a salirse del cauce democrático. Recordemos que en aquel año, según confesión del propio Chávez, él provocó la crisis despidiendo por televisión a los directivos de la empresa estatal PDVSA, lo que condujo a los hechos ya conocidos.
En este caso, haciendo gala de un primitivismo político que sólo un militar como Cabello puede mostrar, se pretende expulsar a la bancada opositora del parlamento, con la finalidad de impedir que la misma intervenga en actos legislativos para los cuales el oficialismo requiere de una mayoría calificada. Recordemos que está pendiente la elección de tres de los rectores del Consejo Nacional Electoral, cuyo mandato ya está vencido, acto para el cual es necesaria la votación de los parlamentarios opositores para completar la mayoría de dos tercios de la Asamblea.
Asimismo está pendiente la elección de 12 nuevos miembros del Tribunal Supremo de Justicia, incluyendo la actual presidente del mismo y del Contralor General de la República. Se entiende entonces, que cualquier concesión que haga el régimen en la conformación de tales organismos, pondría en serios problemas la continuación del gobierno tal y como lo conocemos, más teniendo en cuenta la grave crisis política desatada por el desconocimiento de las recientes elecciones presidenciales por fraudulentas, expresado por el candidato opositor Henrique Capriles, sazonada con la cada día más deteriorada situación económica del país.
Esta rudimentaria actuación de parte del oficialismo, intenta además de amedrentar a la oposición venezolana, siguiendo la trama diseñada desde La Habana, sacar el foco de la agenda pública al fraude cometido en la reciente elección presidencial, que ha causado estragos en la popularidad del partido de gobierno y su candidato, a juzgar por los recientes sondeos de opinión publicados.
El gobierno está entrampado en sus propias torpezas. Un presidente sin carisma queriendo repetir lo que hacía su mentor, pero sin el olfato político y la gracia que aquél demostró siempre, un cuadro económico complicado y un chafarote secundado por una banda de malvivientes, cometiendo tropelías en el parlamento, que sólo pueden generar repulsa en la opinión pública. Corta vida parece augurar el futuro a este gobierno.
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* Sheyla Dallmeier es directora ejecutiva y miembro fundadora de Ad Consultores. En marzo de 2013, ganó el Victory Awards en la categoría de Consultora Revelación.
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