Chávez: ¿Ángel o demonio?
Quisieron elevarlo al altar del Olimpo cual dios mitológico de nuevo cuño. Émulos criollos de Hesíodo construyendo una Teogonía con las proezas del Gigante. Comandante Eterno de infinitas batallas que superaron con creces lo que pudieron realizar los próceres de la patria, devenidos todos en precursores de una independencia que sólo hasta ahora pudo alcanzarse. ¿Cómo comparar los 23.000 km recorridos a lomo de caballo por Simón Bolívar, confinado a los territorios sudamericanos, con los miles de millas transitados por el Comandante Presidente a bordo del glorioso avión presidencial llevando su mensaje de esperanza por todos los predios del mundo? ¿Y de las batallas? Lucen pequeñas Taguanes, Araure o Carabobo, ante los embates de la lucha dada por el Gigante en Davos, Nueva York o Punta del Este. El enfrentamiento sin cuartel contra el imperio en sus propias fauces, que casi coloca a éste al borde del colapso.
Pero la realidad es terca. Todo el aparato comunicacional del gobierno asesorado por cubanos, capaces de elaborar millones de rosarios con la estampa del líder fallecido, ofendiendo así a los creyentes católicos, colocar su imagen en gigantografías en todo el territorio nacional y cuñas de televisión durante todo el día, no han sido suficientes para superar una circunstancia mucho más profana: las escasas dos semanas de que dispone la memoria política de la población para pasar la página de cualquier evento, por importante que sea.
El mito se desinfla. Con sorprendente rapidez, el tráfago de la vida cotidiana de los venezolanos, rehén de la delincuencia desatada, el alto costo de la vida, la falta de vivienda, el desempleo, convierten toda la legendaria lucha revolucionaria en un recuerdo lejano de poca importancia. La machacona insistencia de algún encuestador que afirmaba que “Chávez tiene un liderazgo religioso” luce ahora poco menos que ridículo, por inconsistente. El santo no aparece por ningún lado, salvo que se lo quiera ubicar en la llamada “Corte Malandra” al lado de personajes poco recomendables, que sin embargo tienen un numeroso rebaño de seguidores.
Las imágenes del Gigante se destiñen en los postes, mientras otras imágenes, esta vez del “Presidente Obrero” Nicolás Maduro aparecen en escena. Se cierra el círculo. La serpiente que se muerde la cola. Ahora son las cadenas de Maduro, a toda hora. El gobierno de calle, con toda su parafernalia que atormenta ahora al sufrido poblador de Venezuela.
Tal vez se pretenda construir un nuevo mito.
No va a ser fácil. Hugo Chávez tenía una historia épica fabricada a través de los años, a partir de su irrupción en la opinión pública el 4 de febrero de 1992, cuando dio el fracasado golpe de estado al presidente Carlos Andrés Pérez. Maduro no tiene nada de eso. Un pasado oscuro, del cual no abundan las referencias, salvo que es ficha del gobierno cubano, entrenado en La Habana como activista y posteriormente tuvo un desempeño como chofer de autobús del sistema Metro de Caracas y dirigente sindical.
La maquinaria comunicacional del gobierno sigue haciendo su trabajo. Los asesores cubanos insisten en el guión trazado. El recuerdo de Chávez se desvanece. Sólo el tiempo dirá si Maduro será el nuevo gigante o desaparecerá triturado por el inexorable devenir de la historia.
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* Sheyla Dallmeier es directora ejecutiva y miembro fundadora de Ad Consultores. En marzo de 2013, ganó el Victory Awards en la categoría de Consultora Revelación.
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* Sheyla Dallmeier es directora ejecutiva y miembro fundadora de Ad Consultores. En marzo de 2013, ganó el Victory Awards en la categoría de Consultora Revelación.
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