Juan Diego Sánchez. En Internet, podemos encontrar millones de artículos sobre comunicación política, pero son muy pocos los que se caracterizan por el rigor y la cercanía de los textos de la revista Más Poder Local. Hoy, conversamos con el director de esta magnífica publicación de la Fundación Ortega-Marañón. El catedrático de Ciencia Política Ismael Crespo nos muestra las claves de la revista y analiza la importancia de la comunicación política para la calidad de nuestra democracia.
JD.: ¿Qué hace especial a Más Poder Local en el ámbito de las revistas de Comunicación Política?
Ismael Crespo: Destacaría fundamentalmente tres cuestiones, que creemos son importantes:
1.- Ofrecemos pequeñas dosis de conocimiento. Más Poder Local es un espacio en el que confluye el carácter divulgativo y el rigor científico. Hemos querido no reproducir publicaciones de largos y, en ocasiones, complicados artículos de análisis, porque estos formatos acaban limitando su público a analistas e investigadores universitarios. La celeridad de nuestro mundo y el exceso de información en el que nos movemos nos obligan a sintetizar si queremos que nuestra información sea leída y pueda así resultar útil, y en este sentido apuesta Más Poder Local.
2.- Nuestra pluralidad temática. En Más Poder Local no solo nos ceñimos al mundo de la Comunicación Política, aunque esta sea la pieza angular. También hacemos referencia a otras temáticas, como la participación ciudadana, la e-política, y las políticas públicas. Es difícil encontrar publicaciones en las que se ofrezca tanto consejos y recomendaciones estratégicas, como análisis electorales y además se compartan experiencias exitosas de comunicación y de implementación de políticas públicas.
3.- Nuestro foco, lo local. Si hay un gran olvidado en las Ciencias Sociales es lo local. A pesar de ser el menor ámbito de gobierno, es el escenario en el que, por su idiosincrasia, el ciudadano y el poder están más cerca. Esta cercanía requiere conocer herramientas para mejorar esa relación y, paradójicamente, el local es el ámbito en el que se cuenta con menos recursos para este objetivo. Por esta cuestión, Más Poder Local acerca el mundo de la Comunicación Política al ámbito local, y no solo hablamos de cómo llegar mejor con nuestros mensajes o de cómo persuadir al electorado, sino que también dedicamos espacio a conocer cómo mejorar la calidad democrática, cómo mejorar la representación, qué está ocurriendo en otros lugares, etc.
JD.: ¿Qué puede aportar la comunicación política a la mejora de la relación políticos-medios de comunicación-ciudadanos?
Ismael Crespo: La comunicación política no solo debe entenderse como un conjunto de herramientas y técnicas para persuadir e influir en el electorado. También debe ser entendida como un elemento clave para la mejora de la comunicación entre los poderes públicos y los ciudadanos. La función de información es fundamental para profundizar en la calidad democrática. Para ello, la Comunicación Política puede ayudar a generar cauces de información bidireccionales, puede activar y motivar a la ciudadanía a participar de la vida pública, etc. Además, cabe destacar los mecanismos de escucha: los estudios demoscópicos y los grupos de discusión son elementos fundamentales en la relación. Los tres elementos (políticos, medios y ciudadanos) componen un trinomio fundamental en el sistema, y la estabilidad de éste depende de que tengan una relación positiva y fluida.
JD.: ¿Diría que echa de menos una comunicación política más cívica?
Ismael Crespo: Sí, y no solo es un sentimiento evocativo, sino que también es una necesidad. Aunque es una obviedad, la Comunicación Política debe mejorar la comunicación, la relación entre la clase política y los ciudadanos. El problema es que muchas veces no se tiene esa meta, sino que el único objetivo es convencer y persuadir a la ciudadanía: tratar de posicionar unos temas en el debate público y vendernos como la mejor solución a los problemas existentes, por ejemplo. Además, el progresivo incremento de la negatividad en la comunicación política al que estamos asistiendo, no beneficia en absoluto a la calidad democrática, pues acaba generando desafección en la ciudadanía. Una ciudadanía apática supone una disminución de la participación electoral y el convencimiento de que todos son iguales, y esto supone una disminución del accountability que, en el largo plazo, puede acabar pervirtiendo el sistema. Por tanto, es absolutamente necesaria una comunicación política más cívica.
JD.: ¿Qué piensa del movimiento 15M?
Ismael Crespo: El movimiento 15M es una respuesta a una situación de descontento, relativamente generalizada, con la clase política y el sistema financiero. El problema fundamental es el distanciamiento que se ha producido entre los dirigentes y la base social. Este distanciamiento que generalmente provoca apatía ciudadana, ha desembocado en un malestar materializado en concentraciones y movilizaciones sociales. Y esto es importante porque supone un punto de inflexión, un aviso a la clase política para que se acerque al sentir ciudadano.
El reto que se le presenta al movimiento es la necesidad de articular los intereses de tantos “indignados” en una estructura legal organizada y con una mínima jerarquía. Estos elementos son importantes porque es difícil mantener un movimiento asambleario con tanta gente, fundamentalmente porque las propuestas concretas se acaban diluyendo.
Aunque la constancia en las presiones está consiguiendo algunos objetivos específicos, como el consenso parlamentario para mejorar la transparencia en la clase política, como veíamos hace escasos días; creemos que el movimiento debe articularse de otra manera. El problema recae en aquellas minorías que creen que el movimiento sustituye al sistema democrático representativo que nos hemos dado y que tan bien ha funcionado hasta ahora. Unido a lo anterior, la existencia de minorías violentas y la contaminación de integrantes de formación política terminarán con la lógica inicial del movimiento y podría acabar degenerando en un problema de orden público. En definitiva, sí a un despertar social, pero no a poner en duda las bases del sistema.
JD.: ¿De qué nos habla en el libro que publica en compañía de Antonio Garrido, Ileana Carletta y Mario Riorda?
Ismael Crespo: Precisamente tiene mucho que ver con lo que hablábamos antes. En este manual, partimos de la idea de que la comunicación es indispensable para el funcionamiento de la democracia de masas, tanto en el sentido descendente (del poder político al electorado a través de los medios), como en el sentido ascendente (de la opinión pública a los políticos, mediante los sondeos). Así, partimos de la consideración de que la comunicación política no se revela como una degradación de la política, sino que, por el contrario, la revaloriza y al mismo tiempo representa la condición del funcionamiento del espacio público ensanchado de la democracia de masas y prácticamente sin fronteras.
El objetivo fundamental es afirmar que no hay política sin comunicación, que no hay estrategia sin mensaje, que no hay mensaje sin estrategia, pero que esa comunicación es para nosotros la esencia misma de la estrategia de campaña. Ésta es la logística electoral que en nuestros días se le exige a la comunicación: ser esencia e instrumento al mismo tiempo. Y sólo en los hechos la vemos, mientras la vamos escribiendo. Es una obra amena que creemos puede colaborar al debate.
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