"Me gustaría que
mis alumnos
desarrollaran una visión
crítica de la realidad"
Amigos, hoy entrevisto al profesor del Departamento de Didáctica y Organización Escolar de la Facultad de Ciencias de la Educación de la UMA Nacho Rivas. Abordamos un tema especialmente interesante, nos acercamos a la relación que existe entre la enseñanza y la comunicación. Si queréis conocer más sobre el trabajo de investigación que desarrollan los profesionales de esta facultad os ofrezco dos enlaces de interés: www.hum619.uma.es y webdeptos.uma.es/doe/. Para los blogueros es magnífico que personas como Nacho colaboren con nosotros, nos dan la oportunidad de aprender y de dar un uso extraordinario a Internet.
Pregunta: ¿Qué enseñas a tus alumnos?
Respuesta: No es fácil contestar a esta pregunta, porque lo que me preocupa no es tanto qué les enseño como qué pueden aprender. La enseñanza siempre implica una relación jerarquizada: alguien que sabe – alguien que no sabe. Pero el aprendizaje y el conocimiento no se mueven con esa lógica, sino la de compartir experiencias que permitan generar condiciones para avanzar, para crecer y para construir. Si la pregunta la transformo en qué me gustaría que aprendieran mis alumnos y alumnas, la cuestión es diferente. Claramente, me gustaría que desarrollaran una visión crítica de la realidad, capacidad para trabajar cooperativamente y que desarrollen valores como la justicia, la libertad y la solidaridad. Para ellos procuro que las actividades de enseñanza que llevo a cabo pongan en práctica estos principios, ya que es la única forma de que puedan adquirirlos.
P.: Algunos expertos aseguran que los problemas que tenemos los españoles para comunicar bien están relacionados con la educación que recibimos en el colegio, el instituto y la universidad, ¿estás de acuerdo?
R.: En parte sí y en parte no. Somos partícipes todos de una cultura propia, y las prácticas escolares son parte también de esta cultura. Por tanto, la escuela no lleva a cabo prácticas muy diferentes a las que tienen lugar en la sociedad en la que se ubica. Esto quiere decir que la responsabilidad es colectiva, de forma que si cada institución pone en juego prácticas y actitudes distintas la situación puede cambiar. La escuela, en este sentido, tiene su propia responsabilidad, ya que tiene a su cargo de forma intencional la formación, la socialización y la educación. Por tanto sus prácticas son más significativas. Pero la escuela no puede ser la receptora de todas las culpas. El proyecto social es más colectivo. En la medida en que la escuela forme parte de dinámicas de cambio social, entre ellas las que tienen que ver con la comunicación, estará en condiciones de participar de este cambio.
P.: ¿Qué podemos hacer para que las clases sean más participativas y exista un auténtico proceso de comunicación?
R.: Creerse (docentes, familia y sociedad) que el conocimiento se construye desde la comunicación y la participación y que no es un conjunto de verdades establecidas. El mal principal de la escuela (al menos uno de los principales) es esta visión del conocimiento jerarquizada y estática, compuesta de verdades universales transmitidas a través de los libros de texto y los curricula escolares. Desde esta perspectiva nunca podrán ser participativas las clases. Pensando que el conocimiento es una construcción social, que solamente tiene lugar por medio de la experiencia significativa y participativa, la situación cambia sustancialmente.
P.: ¿Cómo son tus clases? ¿Incentivas el feedback profesor-alumnos?
R.: Parten de la experiencia del alumnado en su historia personal, social y escolar. La reconstrucción crítica de esta experiencia en un proceso colaborativo y en diálogo con los marcos conceptuales es lo que va construyendo el contenido de las clases. Por tanto, el trabajo cooperativo, el debate, la crítica, la búsqueda y la reflexión, son los ejes que articulan el trabajo de todo el grupo.
P.: ¿Qué opinas de la calidad del sistema educativo?
R.: Es una manifestación de la “calidad” de la práctica cultural de la sociedad. Incluso podría decir que es la manifestación de la “calidad” de la política cultural del país. La cual, deja mucho que desear. Una sociedad como la nuestra, preocupada más por el control, por el éxito a costa de lo que sea, la eficiencia entendida como productos, etc. no deja mucho lugar para la calidad entendida como construcción de la comprensión crítica de la realidad social, física y emocional. La política educativa está más preocupada por regular el trabajo de los docentes que por permitir un desarrollo autónomo y público del trabajo escolar. Desde estas premisas la calidad siempre estará mermada. Falta confianza en los docentes, en las familias y en las posibilidades del entorno social.
P.: Muchas reuniones familiares y de amigos se convierten en debates ‘encarnizados’ en los que nadie escucha a nadie, ¿has vivido alguna de estas situaciones de ‘incomunicación’?
R.: Frecuentemente. Estamos educados en una idea de verdad absoluta que hay que defender a costa de lo que sea. Nos falta humildad para entender que la realidad es más compleja que nuestra visión particular y respeto para aceptar la pluralidad y la diferencia como característica del ser humano.
P.: ¿Confundimos hablar mucho con comunicar bien?
R.: A menudo. Y los docentes somos muy dados a ello.
P.: ¿Tienes algún truco para comunicar eficazmente en tus intervenciones públicas?
R.: Identificarme con el público que tengo enfrente y sobre aquello que les preocupa. Puede haber estrategias eficaces, propias de cierto tipo de oradores (o charlatanes), pero creo que la clave es cognitiva, no estratégica. Esto es, poder entrar en el mundo de significados de la gente que te escucha y conectar con las cosas que les preocupan.
P.: ¿A quién consideras un gran orador?
R.: Actualmente resulta difícil contestar a esta pregunta. Vivimos un momento de fuerte mediocridad y no me veo capaz de destacar a alguien que realmente comunique algo. Sí hay gente capaz de atrapar al público, pero pocos que les digan algo relevante.