miércoles, 28 de julio de 2010

Cataluña nos regala una gran noticia




68 votos a favor, 55 en contra y 9 abstenciones. Es el resultado final de una votación especialmente importante para nuestra democracia. Y no me refiero a la futura prohibición de las corridas de toros (lo cual también es una extraordinaria noticia que parecía que nunca iba a llegar), sino al éxito de un proyecto que demuestra que los ciudadanos sí pintamos algo en los parlamentos. La plataforma Prou! logró 180.000 firmas (130.000 más de las necesarias) para abrir en el Parlamento catalán el debate sobre la prohibición de los toros. Estamos hablando de una herramienta que nos brinda la Constitución y que deberíamos aprovechar con más frecuencia: la Iniciativa Legislativa Popular. La gran noticia es el debate abierto en la Cámara autonómica por los propios ciudadanos (y sí, también lo es la protección de los astados).

Esta bomba informativa nos abre los ojos y nos demuestra que sí tenemos fórmulas para participar activamente en la vida pública y, por tanto, para cambiar, al menos, algunas de esas cosas que no van bien en la sociedad. Nuestro papel en la democracia no debe limitarse a votar en unas elecciones, debe y puede ir más allá. Entiendo que todo el mundo no tenga el espíritu combativo de los activistas de Prou!, pero cuando se den movimientos reivindicativos y estemos de acuerdo con ellos, podemos tender la mano, aunque sea, simplemente, escuchándolos sin tacharlos de personajes antisistema y progres tarados.

Entre todos (ciudadanos de a pie, políticos, medios de comunicación, líderes de opinión y sociedad civil) debemos construir la democracia, que está en pleno crecimiento. Nuestra democracia ni nació ni murió en 1978 con la Constitución, está viva y nos necesita. Nuestra sociedad ha de levantarse con el esfuerzo de demócratas practicantes. No debemos tener miedo a la participación en la vida pública y los medios de comunicación tienen la obligación moral de ayudarnos abriendo sus puertas a los ciudadanos. Los diputados, parlamentarios y concejales también deben abrirse y abrazar nuevas formas de entendimiento con la sociedad. Propongo la Comunicación Política Cívica
como la fórmula que active nuevas vías de contacto de los políticos y de las instituciones con la ciudadanía, que necesita transparencia en la gestión pública, presencia real en el espacio público, tener voz y vías que faciliten su participación para contribuir al fortalecimiento de la mejora de la calidad de nuestra democracia. Es una oportunidad que no podemos perder.



jueves, 22 de julio de 2010

¿No estamos tan mal?


Zapatero: "Estamos mejor de lo que parece y lo vais a vivir"

Son las 22.30 horas y he repasado las portadas de algunos periódicos digitales. Una de las noticias más destacadas es el discurso que ha ofrecido Zapatero en Ferraz con motivo del X aniversario de su llegada a la secretaría general del PSOE.
La Razón, ABC, El Mundo, El País, Sur, Málaga Hoy y La Opinión de Málaga lo tienen muy claro, el titular de la jornada es la coletilla final de la intervención del presidente del Gobierno: "No estamos tan mal. Estamos mejor de lo que parece y lo vais a vivir". Este mensaje no es nuevo, es exactamente el mismo que empleó para derrocar en el año 2000 a José Bono en el XXXV Congreso que lo aupó a la cúspide del PSOE.

Hace diez años los socialistas estaban en la oposición y muy debilitados, y el Partido Popular parecía imbatible. Necesitaban un líder y eligieron entre Bono y un jovencísimo Zapatero. El discurso del primero dibujaba un partido en la ruina que necesitaba a un salvador; la intervención del segundo se centró en los aspectos más positivos del panorama, en la esperanza y en la ilusión por volver al poder. Ganó por sólo nueve votos, pero ganó. La carta del optimismo le ha funcionado muchas veces a Zapatero y parece que quiere jugarla de nuevo.

Para el secretario general de los socialistas, ni su partido ni España deben tirar la toalla. Asegura que "no estamos tan mal", que "estamos mejor de lo que parece". Sinceramente, no sé cómo estamos los españoles ni cómo están los socialistas, pero debe medir muy bien sus palabras para no caer, de nuevo, en un optimismo infundado. A sus compañeros, es normal que les lance un mensaje mitinero para levantar el ánimo que las encuestas y el boca a boca de la calle laminan, pero cuando los receptores son los ciudadanos, ha de tener mucha precaución.

Uno de los errores más lamentables de la deteriorada política de comunicación del presidente, fue negar durante tanto tiempo la crisis económica. Esconder lo evidente dilapidó su credibilidad. El optimismo no es negativo, forma parte del discurso de las emociones, de su manera de llegar al corazón de los ciudadanos, pero sería un error volver al año 2008. Zapatero confiesa que es "optimista porque conozco las potencialidades de España y de los españoles" y parece un buen motivo para mantener la esperanza ante la crisis, pero siempre y cuando trabaje otros mensajes e ideas:

- La situación es difícil. Nada de brotes verdes que no existen.

- Saldremos de la crisis, pero con el sacrificio de todos. No con el sacrificio de una parte.

- En momentos como éste, es cuando los españoles debemos estar más unidos (pero también el partido. No puede ir cada uno por su parte transmitiendo una imagen de debilidad y desconcierto).

- Soy optimista, pero también soy consciente de los problemas que tenemos.

- Reconozco que me he equivocado, pero hemos retomado el rumbo correcto.

- Mi máxima prioridad es salir de la crisis y generar empleo, no los votos.

- Hacer lo posible para evidenciar que el Gobierno tiene un plan, a diferencia de otros.

Los mensajes optimistas son bien recibidos por los ciudadanos, pero cuando el optimismo dibuja un panorama totalmente ficticio genera un perverso efecto bumerán. Lo mismo ocurre con el pesimismo, si el PP se pasa de catastrofista y no deja claro que tiene un plan alternativo, corre el riesgo de perder el partido en el minuto noventa. Los populares deben tener presente que no es suficiente con ser una alternativa real, también hay que parecerlo; vivimos en el mundo de las percepciones. Aún hay partido.




jueves, 15 de julio de 2010

Una entrevista sobre comunicación y deporte con el coach Francisco Alcaide Hernández



"A veces, en el periodismo, el sensacionalismo puede más que lo estrictamente deportivo"

Juan D. Sánchez. Internet tiene muchas virtudes y, entre ellas, está la de conocer a gente interesante. Es el caso de Francisco Alcaide Hernández. Lo conocí en el blog del coach Carlos Cubeiro hace pocos meses y, desde entonces, leo los artículos que cuelga en su página bloguera. Francisco es licenciado en Administración y Dirección de Empresas y Derecho, máster en Banca y Finanzas y doctor en Organización de Empresas gracias a una tesis sobre sport management centrada en la gestión de clubes y sociedades anónimas. Hoy, nos habla del deporte desde el punto de vista de la comunicación. Es una entrevista muy reveladora. No perdáis detalle.

JD: ¿Qué beneficios puede tener para la sociedad, en general, y para el deporte, en particular, la extraordinaria victoria de la selección española de fútbol?

Francisco: Los beneficios se manifiestan en todos los ámbitos:

- En el plano económico, los efectos positivos en el consumo son evidentes: primero, en la hostelería. Un día de partido el consumo de pizzas aumenta un 40% y el de cerveza pasa de uno a catorce botellines por persona; segundo, en el mundo del merchandising y los souvenirs; el proveedor oficial del equipo nacional ha vendido más de medio millón de camisetas, el doble que en la Eurocopa; tercero, en el sector del turismo a través de billetes de avión y plazas hoteleras para muchos españoles (aficionados, periodistas, deportistas, políticos...) que han seguido a la selección en Sudáfrica; y cuarto, en la publicidad y el patrocinio cuya inversión se ha multiplicado por cinco desde el último mundial de Alemania.

- En el plano político, la marca España sale reforzada. Acaparar portadas, entrevistas y minutos de televisión como campeones del mundo sirven para exhibir las virtudes como nación y obtener el reconocimiento y la atención internacional, una forma de mostrar al resto del planeta que se saben hacer bien las cosas. No hay que olvidar que detrás de cualquier éxito hay planificación, disciplina, trabajo en equipo, capacidad de sufrir y otros valores implícitos. Ese refuerzo de la «marca-país» genera simpatías y abre muchas puertas que redundan en contratos comerciales y alianzas estratégicas entre empresas o gobiernos.

- En el plano social las ventajas también son claras: el fútbol no soluciona problemas pero da alegrías, y cuando uno afronta las dificultades y las crisis con buen ánimo, las cosas mejoran. Todos sabemos la importancia que tienen los estados de ánimo en nuestros comportamientos y por ende en nuestro desempeño. Así lo corroboran diferentes estudios empíricos que muestran la correlación entre victorias deportivas y productividad laboral. Desde el derrotismo, el pesimismo y la actitud negativa es imposible construir y crear valor. La diferencia entre un pesimista y un optimista es que el primero pone la atención en los problemas, las excusas y el pasado y el segundo se centra en las soluciones, las alternativas y el futuro.

JD.: ¿Qué virtudes debe tener todo buen entrenador?

FCO.: A la hora de dirigir personas no hay recetas. Fijémonos en Mourinho y en Del Bosque, dos modelos tan diferentes pero ambos tan aclamados durante las últimas semanas. El primero tiene un perfil de tipo "duro" y el segundo más de tipo "blando". Lo único que podemos decir es que sólo es posible liderar desde la autenticidad, siendo uno mismo. Igual de erróneo sería intentar que Mourinho adaptase las formas de Del Bosque como Del Bosque adaptase las formas de Mourinho. El problema es que al éxito (y fracaso) siempre se le encuentran justificación, eso sí, a posteriori. Te cuento una anécdota que contaba en cierta ocasión Jorge Valdano. Hace unos años una discoteca se puso de moda en Milán y después de los partidos varios jugadores de los dos equipos de la ciudad –Inter y AC Milán– iban a descargar tensiones con copas y baile. El Inter llevaba una pésima temporada y desde el mismo club se culpaba a los jugadores por su lamentable comportamiento profesional. Curiosamente, el Milán completó una excelente temporada y para los responsables médicos del club la discoteca era el vehículo para el equilibrio psicológico de los jugadores. En definitiva, si al éxito se llega con un entrenador "duro" (Mourinho) se concluye que la disciplina es el camino; si la victoria se alcanza con un entrenador de perfil "bajo" la conclusión es que el diálogo, la calma y la serenidad es por lo que hay que apostar.

JD.: Sin tener en cuenta el enorme éxito del Mundial, ¿crees que el fútbol está sobrevalorado informativamente?

FCO.: Creo que no porque los datos manifiestan que a la gente le gusta el fútbol. Desde que se miden las audiencias en televisión, los diez programas más vistos corresponden a partidos de fútbol; el periódico más leído en nuestro país es el Marca y su edición digital es la web más visitada en España; el tour por el estadio Bernabeu registra cada año más de 600.000 visitantes, siendo el cuarto sitio más visitado de Madrid después del Prado, Tyssen y Reina Sofía y está entre los 11 más visitados de España junto a la Alhambra, la Giralda o la Mezquita Córdoba. En 2007, para celebrar el 50 aniversario del tratado constitutivo de la UE (Tratado de Roma) después de darle mucho a la cabeza decidieron que el acto central de ese cumpleaños iba a ser un partido de fútbol "porque era lo que más unía a los 500 millones de europeos". La gente pide fútbol porque el balompié satisface muy bien necesidades que están presentes en todos los seres humanos.

- Primero, la necesidad de grupo. La gran virtud del fútbol es que nos une a todos.

- Segundo, la necesidad de liberar tensiones. Siguiendo un partido de fútbol, ya sea en el estadio, en un bar o en casa, es de las pocas ocasiones que uno tiene para saltar, chillar, gritar, cantar, abrazarse, pintarse, disfrazarse... en definitiva, desmelenarse sin que a uno le miren raro.

- Tercero, la necesidad de emocionarse. Una de las grandes aportaciones del deporte rey es que nos mantiene expectantes cada partido. La imprevisibilidad del resultado -corto casi siempre- incrementa la incertidumbre que es según algunas investigaciones la variable más determinante para acudir a un estadio o seguir un partido de fútbol.

- Cuarto, la necesidad de ilusionarse. Cada vez que se disputa un partido -por muy superior que sea el equipo contrario- uno siempre tiene la esperanza de derrotar al contrario. La ilusión es el motor de la vida y con cada partido las ilusiones se renuevan.

JD.: ¿Qué luces y sombras tiene la capacidad de los medios de convertir a los deportistas en ídolos?

FCO.: Muchas veces me preguntan que no es justo que los futbolistas ganen tanto dinero. Siempre contesto que si ganan esas cifras es porque nosotros queremos que así sea: nosotros somos los que compramos las entradas que llenan los estadios, las camisetas para regalar, generamos audiencias televisivas enormes que dan mucho dinero en publicidad... Parece razonable que si el fútbol genera más de 9.000 millones de euros al año entre efectos directos e indirectos, sus protagonistas sean los principales beneficiados de la industria. Digo esto porque con frecuencia culpamos a los medios de comunicación de lo que ocurre cuando nosotros somos los principales desencadenantes.

¿Y qué es lo que hace que los deportistas los convirtamos en ídolos? Primero, son gente sana que se cuida y que atesora valores, algunos de ellos ya citados: disciplina, esfuerzo, superación de la derrota o gestión de la presión; segundo, se divierten haciendo lo que más les gusta; tercero, la mayoría ganan dinero; y cuarto, tienen reconocimiento social. Por tanto, los deportistas aglutinan en cierto modo el "ideal" de lo que muchas personas anhelan: hacer lo que te gusta, que te paguen por ello y que encima te lo reconozcan.

JD.: ¿Para bien y para mal, cuáles son las señas de identidad del periodismo deportivo?

FCO.: Creo que más que hablar de periodismo deportivo podríamos hablar de periodismo en general. Para mí la palabra clave es rigor. El problema, como en otros sectores, es que no es fácil conciliar muchas veces rentabilidad y ética. A veces el sensacionalismo puede pesar más que lo estrictamente deportivo porque muchas veces existen conflictos internos debido a que las órdenes vienen desde arriba: ¿lealtad a los valores o a la autoridad? Por otro lado, el deporte no es ciencia, lo que es susceptible de mucha opinión y debate, que si bien a veces es sano, también origina mucho ruido. A veces vemos como hay personas que un día te hablan de la política exterior del gobierno, otro de la reforma laboral y al día siguiente del planteamiento táctico de un entrenador.


JD.: ¿Cómo podría beneficiar a algunos deportes una mayor cobertura mediática?

FCO.: Todo lo que sea mayor cobertura, simplemente por el hecho de tener mayor visibilidad ya ayuda. No obstante, no hay que olvidar que los medios de comunicación, salvo las cadenas públicas, son empresas que buscan rentabilizar sus productos y contenidos. Los costes de retransmisión (desplazamiento de cámaras, derechos de emisión, gastos de personal, etc.) son muy elevados y buscan optimizar el binomio coste-beneficio. Lo hemos visto durante el Mundial, prácticamente todos los partidos de la selección han superado los 10 millones de telespectadores alcanzando en algún caso los 16 millones.

Dicho esto, creo que lo que ayuda mucho a que otros deportes con menos atención sean más protagonistas son las victorias. Lo hemos visto con Fernando Alonso. Un deporte apenas seguido como la Fórmula Uno hace años ha pasado a convertirse también en un fenómeno social. Lo mismo ha ocurrido con las motos gracias a Lorenzo o Pedrosa; o en el tenis gracias a Rafa Nadal. Los éxitos siempre vienen acompañados de mayor atención social y mediática, aunque todo hay que decirlo, hay deportes que tienen más historia entre los aficionados y otros menos, y la historia, como se suele decir, pesa para bien o para mal.

JD.: ¿Qué deportes necesitan un mayor apoyo institucional y privado?

FCO.: Creo que en general el deporte debería ser una de las prioridades de los presupuestos sociales. El deporte es educación y es valores, y para mí ese es el punto de partida sobre el que se construye una sociedad. Como decía un pensador: "La educación está en manos de la juventud pero la juventud está en manos de quien la forme". Si nos fijamos, las virtudes del deporte son tan numerosas que desde hace tiempo se utiliza el deporte como metáfora para trasladar enseñanzas a los directivos de empresa.

JD.: ¿Está muy tocada la imagen del ciclismo por culpa de los casos de dopaje?

FCO.: El dopaje en el ciclismo o en cualquier otro deporte, es una lacra igual que la corrupción en la política o la falta de ética en la empresa. No obstante, a menudo lo malo, por ser excepcional, acapara el interés de los medios de comunicación, de lo que no debería concluirse que eso es lo habitual. No creo que los casos puntuales de dopaje en el ciclismo -al igual que la compra de partidos de fútbol en Italia o Alemania- debiliten el deporte. Hay que perseguir esos casos con penas y durezas y establecer sanas medidas de control que eviten que se repitan.

JD.: ¿Qué es lo mejor del deportista de élite que más admiras?

FCO.: Cuando miramos a los deportistas de élite a menudo nos quedamos en la carcasa, en el dinero que ganan, la fama, el reconocimiento, el glamour..., pero detrás de cualquier logro destacable hay mucha capacidad de trabajo, disciplina, esfuerzo, sacrificio, renuncias, aceptación de la derrota, gestión del fracaso, fair play y respeto a las reglas o trabajo en equipo, todos ellos valores muy útiles en nuestra vida diaria. Albert Camus, Premio Nobel de Literatura en 1957, dijo en una ocasión: "Porque después de muchos años en que el mundo me ha permitido variadas experiencias, lo que más sé, a la larga, acerca de moral y de las obligaciones de los hombres, se lo debo al fútbol". El deporte es la mejor herramienta educativa que existe, porque uno aprende mientras juega y se divierte, sin darse uno cuenta, por eso resulta tan pedagógico. Tiene la facultad de enseñar sin que el beneficiado sea consciente de ello.

JD.: ¿Haces deporte?

FCO.: Ahora más bien poco, aunque intento estar siempre en movimiento y activo.


domingo, 4 de julio de 2010

Turno de preguntas




Todo lo que ocurre desde que contactan con nosotros para ofrecer una charla, taller o conferencia hasta que acabamos la tarea y llegamos a casa es importante. En mis cursos de oratoria básica, hago hincapié en la relevancia de preparar muy bien la sesión del turno de preguntas del público. Estamos acostumbrados a revisar cada coma de la intervención pero olvidamos, con frecuencia, que el público también debe hablar y que hay que estar preparados para afrontar esta fase del encuentro. No olvidéis nunca que el partido no acaba hasta que el árbitro no pita el final del partido, y es que en el minuto 90 nos pueden meter un gol de penalti o de carambola y echar por tierra una intervención brillante. Por tanto, ¿qué debemos saber del turno de preguntas del auditorio?

- Es un elemento más de la charla, no se improvisa.

- Ensaya: platéate posibles preguntas y respuestas.

- Indica al inicio de la intervención si te pueden interrumpir cuando surja alguna duda o si habrá al final un turno de preguntas.

- Cuando el tiempo disponible (indícalo al principio) se esté agotando, señala que sólo queda tiempo para dos preguntas más.

- Cuando te formulen la pregunta, repítela. La idea es comprobar si se ha entendido bien la cuestión, te aseguras de que todo el mundo la haya escuchado y ganas tiempo para pensar la respuesta.

- Aprovecha el turno de preguntas para repetir tu idea central o decir algo que habías olvidado.

- Sé breve.

- Piensa, no te precipites.

- Si no sabes la respuesta, no mientas. Sin decir que no sabes la respuesta, puedes lanzar la pregunta al auditorio (ganas tiempo para pensar y existe la posibilidad de que alguien sepa la respuesta correcta). Si no ves salida, reconoce que no sabes la respuesta pero comprométete a buscarla en otro momento y a comunicársela a quien te preguntó.

- Ante las discrepancias, mantén la calma y no te creas en posesión de la verdad absoluta.

- No aceptes faltas de respeto.

- Si alguien pretende monopolizar la charla, córtale con diplomacia e indica que otras personas también quieren hablar.

- Sonríe.

- Agradece las intervenciones.

- Mientras te preguntan, mira a tu interlocutor; en la respuesta, mira a todos.

Son unas reglas fáciles de seguir pero muy importantes. Ya sabes, el turno de preguntas forma parte del discurso. No lo improvises.