miércoles, 15 de mayo de 2013

Entrevista con Dante Moncada, encuestador y estratega de campañas electorales



“A veces, se actúa sin profundidad en el análisis, y los encuestadores dan datos artificiales”



Dante Moncada.
JDS. Hablamos hoy de encuestas electorales, una de las herramientas de las campañas que más juego dan, y no solo desde el punto de vista estratégico sino también desde la perspectiva mediática. Los sondeos se han convertido en una de las señas de identidad por excelencia de las contiendas políticas. Nos acercamos a ellas de la mano de Dante Moncada, encuestador y estratega mexicano que ha trabajado en países como Venezuela, Guatemala, Ecuador o México. Lo entrevisté en el marco del Poli Conference 2013 de Nueva York, espero que os resulte interesante, nos encontramos ante una de las voces más autorizadas que asistieron a la cita internacional de Marketing Político en la Red. 

Juan Diego: ¿Se pueden entender las campañas electorales sin las encuestas?

Dante Moncada: Hoy en día, no. Actualmente, si prescindes de ellas te conviertes en un navegante sin brújula, sin referencias. No sabría ni a dónde va ni de dónde viene. Los sondeos son como los termómetros del sentir popular, ofrecen todos los datos: ventajas, desventajas, propuestas a dar… Las encuestas las veo como un tablero de mandos que te prende focos, te pone las alertas y te permite avanzar si sabes manipular sus manijas. Se traducen en acciones de campaña, en mensajes, en publicidad. Recomiendo encuestar muchas veces durante una campaña.

JD.: Las encuestas son útiles, pero no siempre aciertan. 

DM.: Hay que ser muy precavidos con las informaciones relativas a los sondeos. Y es que no todas las encuestas emplean ni la misma metodología ni cuentan con el mismo rigor. Los encuestadores, en la carrera frenética por dar datos, están siendo mal acostumbrados a la hora de ofrecer resultados que eliminan la opción de la ‘no respuesta’, la de aquellos que se mueven en la incertidumbre del voto. A veces, se actúa sin profundidad en el análisis y no se revisa el comportamiento histórico del votante, lo que aumenta la imprecisión y da como fruto datos artificiales. 

JD.: ¿Cómo se manipulan las encuestas para obtener el resultado deseado?

DM.: Como se dice en Estados Unidos, ‘hay mentiras, grandes mentiras y estadística’ [risas]. Una de las formas de hacerlo es manipulando la base de datos en el momento de la ponderación, de modo que algo que es pequeño se infla, y eso es una trampa. Hay legislaciones en el mundo que piden que haya consenso en la metodología a aplicar y que las bases de datos se sometan a un consejo para que se revisen y no haya resultados inflados. 

JD.: ¿Hasta qué punto la publicación de las encuestas influyen en el votante? 

DM.: Ha habido muchos estudios postelectorales que han tratado de medir esto, pero lo cierto es que las encuestas, en sí, no generan un impacto directo entre los votantes. Durante las campañas se da un cúmulo de circunstancias, y eso es lo que influye en el elector. 

JD.: ¿Qué aporta el desarrollo tecnológico a las encuestas? 

DM.: Cuanta más información tengas para un sondeo, mejor, ya que se alcanzará más precisión y los resultados serán más confiables. Tras las encuestas hay profesionales muy preparados y, si además, cuentan con bases de datos actuales y abundantes capas de información respecto del elector, las conclusiones serán precisas. Los nuevos desarrollos tecnológicos y el uso de las redes sociales para la captación de datos están permitiendo mejorar mucho el trabajo de los encuestadores.

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