miércoles, 23 de enero de 2013

¿Me hablas a mí?

Sam Leith, autor de '¿Me hablas a mí?'

Aquí tenéis una lectura muy recomendable, la que nos ofrece el escritor y experto en oratoria Sam Leith. Su nuevo libro, '¿Me hablas a mí?', "explora el arte de la persuasión desde sus orígenes en Grecia hasta su apoteosis en el siglo XXI. Relata las historias de sus villanos y sus héroes, desde Hitler hasta Cicerón, pasando por Martin Luther King, Homer Simpson, Obama, Jennifer Lopez o Nixon; explica los mecanismos de los grandes discursos; y, lo que es más importante, nos descubre que la retórica es útil, aplicable... y que no hay que tenerle ningún miedo". Interesante, ¿verdad? Así nos presenta la editorial Taurus un libro que, sinceramente, merece ser leído, subrayado y disfrutado. Os paso algunas de las reflexiones que ofreció Leith al periódico ABC hace unos días. Pequeño aperitivo para ir abriendo boca.


La oratoria de Obama 

“Obama es claramente un orador fluido de gran calidad. Su oratoria le ayudó mucho en 2008, pero luego empezó a jugar en su contra porque comenzó a operar esa reacción anti retórica, y el anti-intelectualismo que se encuentra en parte de la sociedad estadounidense”. 

¿Tuvo algún papel la retórica en la crisis financiera? 

"Probablemente no en el sentido formal de hacer un discurso, pero la persuasión y el lenguaje persuasivo están en todas partes. Hubo un momento que muchos convencieron a muchas personas, y a sí mismos, de que una serie de complejísimos productos financieros eran beneficiosos para las personas y para la economía. Que ese convencimiento durara tanto tiene que ver con el tipo de argumentación retórica que Aristóteles llamó ‘ethos’ [intento de establecer la autoridad del orador ante sus oyentes]. (…) Es el tipo de discurso que hizo que las agencias crediticias, por ejemplo, tuvieran tanta credibilidad y sus decisiones de ‘rating’ tanta autoridad en el sistema".


Portada del libro de Leith

¿Es la política persuasión, o puro teatro?

"Hay un elemento teatral, sin duda. La sesión de control semanal al primer ministro no es el foro en el que se deciden las políticas. Muy raras veces están intentando convencer a sus oponentes. Lo que hacen es intentar ganar puntos ante la opinión pública y los comentaristas que interpretan la política para el público general. Pero la retórica está sin duda en el corazón del debate político, solo que se manifiesta más en los debates más sosegados y en espacios de reflexión como las reuniones del consejo de ministros. Hay un cordón umbilical que une la oratoria con la política democrática".

¿La retórica es cosa de elitistas?

"No. Si tomamos a David Cameron como ejemplo, esa situación juega en su contra, porque no dispone de la baza de hacerse pasar por «una persona de la calle», que es un recurso fundamental para un político. Hablar de forma sofisticada implica, en general, que estás fracasando como orador. Y usar palabras de cinco sílabas ante una audiencia general no suele generar adhesiones sino, más bien, el discurso ese de «no es uno de los nuestros», «es un pijo». Pero está claro que tener una buena educación y un buen conocimiento de cómo funcionan las cosas ayudará a construir bien los argumentos. Por eso, creo que Thatcher hizo muy bien en presentar la economía nacional como si fuera el presupuesto de un hogar. Como [el economista] Paul Krugman argumenta una y otra vez, la economía de un país no tiene nada que ver con la de una familia, pero electoralmente la comparación funciona muy bien".

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