jueves, 14 de abril de 2011

‘El fin de una época’


Son 174 páginas de lectura fácil y rápida de las que cada lector puede recoger un fruto diferente. Los ciudadanos se acercan a los entresijos más oscuros del periodismo, los editores reciben una cura de humildad y los periodistas recordamos para qué estamos en este oficio de contar historias. En ‘El fin de una época’, Iñaki Gabilondo nos habla de las perversiones que está provocando en el periodismo la mercantilización de los medios, y reafirma su compromiso con el periodismo de calidad (el único que puede dar futuro a la profesión).

Gabilondo muestra en este libro sus simpatías ideológicas, pero recomiendo que lo leáis sin las ataduras injustas de los prejuicios. Quizá no te creas la independencia periodística de la que hace gala en esta obra, pero no te quedes en eso. El libro encierra tres grandes verdades contrastadas por los intelectuales de la comunicación: la información se ha transformado en mercancía, el poder está corrompiendo la labor de informar y la salvación del gremio y, al mismo tiempo, lo más justo para los ciudadanos, es trabajar por el “periodismo de calidad” (no es suficiente con informar, hay que analizar y contextualizar la realidad para que cada uno saque sus propias conclusiones del mundo que le rodea).

Aquí tenéis algunos fragmentos de interés de ‘El fin de una época’ (el fin de una forma de entender el periodismo y el negocio que lo sustenta):

Pág. 27. “El problema es que, en poco tiempo, el periodista ha pasado de creerse un liberado de la sociedad para vigilar al poder a creerse un liberado del poder para vigilar a la sociedad (…)”.

Pág. 35. “Los periódicos, las radios y la televisión hace mucho que no se preocupan de saber qué tienen que contar. Curiosamente, sólo se preocupan de contar cuántos lectores y cuántos espectadores tienen”.

Pág. 50. “El buen periodista debe estar en permanente fase de estudio, de aprendizaje, de lectura, de conocimiento, para poder comprender mejor los hechos que le van llegando”.

Pág. 85. “(…) siempre que me preguntan si es difícil mantener la independencia, respondo que se han confundido de destinatario. A mí no me cuesta nada”.

Pág. 136. “El problema es que la televisión ya ha decidido hace muchísimo tiempo que su camino es el del espectáculo”.

Pág. 150. “(…) tengo la sensación de que, al morir un tiempo periodístico, ha llegado el momento de que yo muera con él (…)”.

Pág. 154. “Por más que se modifique la noción de negocio, la gente requerirá siempre de una figura que cribe y explique la realidad en virtud de unos criterios de calidad contrastada”.

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